Un ladrido de angustia
estalla en el tímpano de la no vida
y me atraviesa de lado a lado.
Sentado en el umbral de mi raciocinio
un recuerdo escarba la conciencia,
la friega, la aprieta, la exprime,
se redime de mí
y exenta de vos muerde
hasta la última gota que dejaste
incrustada adentro tuyomío.
Dios y el otro juegan a las escondidas,
y mastican una idea ciega de nosotros.
Su ausencia encierra mi todo;
incluso a vos
[sobre todo a vos]
y a esta soledad a dúo que nunca fue,
a esas huellas que nunca pisamos,
al demonio que aconseja matarte
y a aquella zona de derribo
en donde habita esa parte de mí
que grita sorda; la vida sigue ahí.
No me mires.
Por favor, no me mires.
29/9/2010
2 comentarios:
Ese "tuyomio" me queda resonando cada vez que leo el poema; lo de la "idea ciega de nosotros" también, pero bueno, creo que todo esto ya te lo había dicho alguna vez.
Me gustó (eso también ya te lo había dicho)
Abrazo
Tragitremendo, exactamente como me encanta la poesia.
Saludos.
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