Terraplén
No creo en el celofán de tu mirada.
Te me volviste blanca, vacía
insulsa,
sin nada de lo que late en mí,
ni en vos,
ni esa voz de terciopelo
sin todo eso que arde después.
Suave tobogán de las caricias no dadas,
momentos llanos sin manos ni cuerpos.
Nunca será ayer el día que soñábamos,
mañana cae avivada la razón de ser
y no estar o de estar sin ver
hoy,
duele y alivia la poesía
porque la memoria siempre es presente
en la mente del que escribe.
No creo en el celofán de tu mirada.
Te me volviste blanca, vacía
insulsa,
sin nada de lo que late en mí,
ni en vos,
ni esa voz de terciopelo
sin todo eso que arde después.
Suave tobogán de las caricias no dadas,
momentos llanos sin manos ni cuerpos.
Nunca será ayer el día que soñábamos,
mañana cae avivada la razón de ser
y no estar o de estar sin ver
hoy,
duele y alivia la poesía
porque la memoria siempre es presente
en la mente del que escribe.
3 comentarios:
Adoré: "no creo en el celofán de tu mirada", Martín.
Por suerte existe la memoria del que escribe (o por desgracia?)
Me quedo con ese verso tan tan... transparentemente oscuro!
Abrazo, poeta!
ufff! que cierre!
Te lo aplaudo!
Lo de la memoria presente está muy cheto.
Lo leí varias veces para entenderlo pero me quedo con la primera impresión.
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